Una de esas películas desgarradoras de principio a fin...
La lucha incesante de una madre que no claudica ni siquiera ante la casi nula probabilidad de hallar a su hija con vida. Julia, refugiada en su perenne deseo de reencuentro, busca a Gertudriz —o Ger, ya que prefería no ser llamada por nombre de abuelita— desde hace 9 meses, en el momento que inicia la trama.
Julia ve sus indagaciones entorpecidas por autoridades incompetentes —indolentes—, cambios de fiscal en el caso y el poder de grupos al margen de la ley.
A veces parece tan cerca de lograr su objetivo, pero no es más que un nuevo comienzo. Nuevas esperanzas, nuevos indicios, pero que vienen acompañados nuevos esfuerzos y nuevas angustias.
Por momentos, vemos a Julia en una lugar desolado, en medio de la nada, lo que quizá simboliza el revoltijo emocional y psicológico por el que atraviesa. Extraviada y sin un solo momento de tranquilidad. Tanto así, que parece olvidar que otros también sufren esta pérdida.
Al igual que Julia, los espectadores vamos conociendo las historias de diferentes personas que también intentan dar resolución, por su cuenta, a casos de violencia de género, fem¡cidio y desaparición forzada.
Aquí nos topamos con primeros planos que casi nos obligan a sentir la desesperación de la protagonista y un recorrido por los aspectos más oscuros de México (y me atrevería decir que de toda Latinoamérica).
Vayan a verla en @netflixlat. Sé que también terminarán conmovidxs y hasta un tanto asqueadxs.