Conocé un poco de mi trabajo

📝 Un cuento basado en un accidente ajeno: 'Piedra, papel o tijeras'

 «Piedra, papel o tijeras» Gabriel Castillo Suescún  © Este cuento pertenece al libro «Relatos de una mente desencuadernada».      En una no...

martes, 24 de noviembre de 2020

¿Así que quieres ser escritor? Te recomiendo este libro.

 ¿Gustan de escribir? ¿Han buscado libros sobre narrativa literaria?

¡Buenas tardes, parces! 🍻✊

En esta ocasión les comparto un cortísimo vídeo. En este, les hago una recomendación a quienes están comenzando a escribir o están pensando en hacerlo.



Espero que pueda resultarles útil esta recomendación. Cuéntenme en los comentarios del vídeo qué otros libros de este estilo conocen.

Además, ¿de qué recursos suelen echar mano en sus narraciones?

¡Saludos!

lunes, 16 de noviembre de 2020

¿Cómo escribir buenos diálogos? LITERATURA Y AUDIOVISUAL

 ¡Un saludo, parces! ✊🍻

En esta ocasión, quiero compartirles unos trucos, por llamarlos de alguna forma, que son bastante funcionales a la hora de escribir diálogos.

Los diálogos, cuando se usan bien, son un gran recurso narrativo, que puede llegar a ser imprescindible, aunque existan puristas que los tengan como último recurso y hagan poco uso de ellos.


A veces la falta de diálogos se ve forzada, pues está en nuestra naturaleza comunicarnos verbalmente. Sin embargo, los diálogos no pueden limitarse a ser meras conversaciones

Dicho esto, los invito a ver el vídeo completo y contarme qué tienen en cuenta a la hora de crear diálogos en las escenas que escriben.

jueves, 12 de noviembre de 2020

Algunas buenas películas sobre crímenes.

A propósito de la trama de #ElCorazónCenicero. 🔪🚬


¡Buenas noches, parces!

Esta vez les comparto, a modo de recomendación, algunas películas sobre crímenes que a mí me han gustado mucho. 🎬🎥







¿Las han visto? ¿Qué les parece esta selección? Cuéntenme qué películas conocés que versen sobre crímenes.

domingo, 8 de noviembre de 2020

¿Has leído #ElCorazónCenicero?

 ¡Buenas tardes, parces! 👋


En esta ocasión les quiero compartir una frase que resume la trama de mi tercera novela corta: «El corazón cenicero». 


¿Les gustan los libros sobre crímenes? Cloe Rodríguez, hastiada del abuso y colmada de razones, decide tomar la justicia a daga propia. 🔪🚬


¿Por qué #ElCorazónCenicero? (RESEÑA DEL LIBRO)

Esta novela corta va de lo simbólico a lo literal, de la simple revancha a la venganza detallista, de la docilidad a la sociopatía.



Cloe no solo llena sus pulmones de alquitrán, también lo impregna en los órganos de sus víctimas. 


Autores Editores (Formato físico - Latinoamérica): https://www.autoreseditores.com/libro/16817/gabriel-castillo-suescun/el-corazon-cenicero.html


Amazon (Formato digital y formato físico):


Desde USA: https://www.amazon.com/dp/B08D8Q5HVY


Desde México: https://www.amazon.com.mx/dp/B08D8Q5HVY


Desde España: https://www.amazon.es/dp/B08D8Q5HVY





sábado, 7 de noviembre de 2020

¿Por qué NO necesariamente el LIBRO es mejor que la PELÍCULA?

📚¿El libro o la película? 🎥 


¡Un saludo, parces! ✊🍻


En esta ocasión, les traigo un vídeo hablando un poco sobre las diferencias esenciales entre la construcción de una película a partir de un libro y la narrativa literaria.


Este vídeo nace del constante comentario que hace mucha gente acerca de que siempre es mejor el libro que la película. Pero, por lo general, la comparación no está bien encaminada, debido a dichas diferencias.


¿Prefieren siempre el libro? ¿Han visto películas que para ustedes superaron a la novela de donde provinieron? Cuéntenme, en los comentarios, un poco sobre sus posturas acerca de este tema, para conversar al respecto.




🎥🎬 Películas que aparecen en el vídeo:

*El Padrino (Francis Ford Coppola, 1972) |Novela de Mario Puzo|.

*Satanás (Andrés Baíz, 2007) |Novela de Mario Mendoza|.

*My Letf Foot (Jim Sheridan, 1989) |Libro autobiográfico de Christy Brown|.

*El Proceso (Orson Welles, 1962) |Novela de Franz Kafka|.

*El Secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009) |Novela de Eduardo Sacheri|.

*La Insoportable Levedad del Ser (Philip Kaufman, 1988) |Novela de Milan Kundera|.

*La Casa de los Espíritus (Bille August, 1993) |Novela de Isabel Allende|

viernes, 6 de noviembre de 2020

📝 Un cuento basado en un accidente ajeno: 'Piedra, papel o tijeras'

 «Piedra, papel o tijeras»


Gabriel Castillo Suescún ©


Este cuento pertenece al libro «Relatos de una mente desencuadernada».





     En una noche fatídica, la cual quisiera obliterar permanentemente de mi memoria, mamá se dedicaba a ingerir un trago tras otro, entre carcajadas, anécdotas que yo poco comprendía en aquel entonces y besos con su novio de turno. Yo estaba aplastada en un gran sofá blanco, gesticulando una sincera amargura, un sopor, mientras mi hermana, un año y dos meses mayor que yo, dormitaba sobre mi regazo. Yo tenía doce años en aquel entonces. Nos habíamos cansado de insistirle a mamá que nos fuéramos. «En un momentico», decía ella. Cada «momentico» se alargaba unos cuarenta y cinco minutos; empezaban a contar desde cada vez que mi hermana y yo emprendíamos nuevamente nuestra misión de persuadir. Recuerdo haber deseado romper la última botella que reposaba sobre el comedor; sin embargo, sabía que no tendrían problema en comprar otra y la espera se alargaría para nosotras, o exclusivamente para mí, sin contar con el castigo viniente, inevitable, indeseado. Me dediqué a mirar con odio a los presentes, pero ninguno lo advertía, volviendo inocuo mi intento de reprensión. La música ensordecía; aumentaban más el volumen con cada botella. Los vecinos parecían inmunes al estruendo. Deseé que alguien irrumpiera en la fiesta, harto del escándalo, y obligase, aunque fuera por medio de la ley, a que aquella reunión tuviese fin lo antes posible.

     Cuando los párpados pesaban ya lo suficiente para que mi incomodidad por dormir fuera de mi cama resultara incompetente frente al sueño, mamá llegó, con su hablar enredado y su sonrisa ebria, insoportable, a decirnos que ya era hora de partir. Mientras se despedía de cada uno de los asistentes, yo intentaba despertar a mi hermana, evitando ser muy brusca. Se rehízo justo a tiempo; mamá ya tomaba su bolso y nos indicaba, con su mano, que nos dirigiéramos a la salida. Le importaba muy poco si nos nacía despedirnos también. Ninguna de las dos cruzó palabra alguna con los beodos parladores.

     Mamá recostó su borrachera contra el vidrio del ascensor. Mi hermana y yo decidimos jugar piedra, papel o tijeras, a fin de decidir quién iría en el puesto del copiloto. En la primera ronda, ambas blandimos unas tijeras. En la segunda, yo decidí abrir la mano; ella mantuvo sus tijeras y me venció. Resignada, subí a la parte posterior del auto.

     Mamá intentaba encender el motor, sin mucho éxito. Yo pensaba que ya había esperado lo peor, así que no desesperaría por eso. Mi hermana guardaba silencio, tal vez dormía otra vez; sentí envidia, como nunca la había sentido, como jamás la volví a sentir. Por fin el motor cedió a los intentos de mamá y se puso en funcionamiento. Salimos lentamente, hacia adelante, del lugar donde habíamos aparcado. Mamá maniobró, por error, hacia la izquierda, donde el camino en espiral ascendía hacia otros pisos del parqueadero; nosotras estábamos en el tercero y la idea, obviamente, era descender. Frenó en seco, maldijo después. Mi hermana fue retenida por el cinturón, balbuceó una queja y volvió a guardar total silencio. Según supe, mamá aplicó la reversa y pisó demasiado el acelerador. Creo haber gritado, creo que mamá maldijo otra vez. El raquítico muro flaqueó fácilmente. El carro fue a dar al primer piso, junto a la portería del edificio. Cayó sobre el capote y se aplastó la parte delantera.

     Con una lástima postiza, plasmada en sus iluminados rostros, los médicos que rodeaban mi cama me dieron la noticia: tanto mamá como mi hermana mayor habían fallecido en el momento del accidente. No pude llorar; los sedantes me lo impedían. En el momento comprendía mi desamparo, pero no dimensionaba su alcance. Volví a dormir minutos después; recuerdo haber deseado no despertar, o despertar de verdad, que aquello fuese el sueño. A veces vuelvo a soñar con el fatídico momento y deseo, intensamente, empuñar mi mano y vencer las tijeras de mi hermanita; pero me retracto al despertar y pensar que ella, viviendo una vida desmadejada, descolocada, como la mía, estuviese contando esta historia.