La protagonista, Beatriz, que incluso figura en el título del libro, es una chica que, al parecer ya siendo adulta joven, narra gran parte de su adolescencia, haciendo énfasis en cómo su vida ha sido tocada por altibajos emocionales, con más picos bajos que altos. Por momentos se remite a su crianza en una familia disfuncional, cuya madre pretendía aparentar lo contrario, por lo que nunca se separó de su esposo a sabiendas de que no la quería y de que llevaba una doble vida fuera de casa. Beatriz turna la narración entre sus vivencias familiares, las aventuras (apelando a un eufemismo) a las que es arrastrada por su amor imposible en Madrid y el intento fallido de dejar atrás todo aquello viviendo en Edimburgo.
En su vida hay crisis nerviosas y depresivas, desórdenes alimenticios, excesos, descubrimiento del placer sexual en la diversidad y decepciones amorosas (la indiferencia a Mónica, el no poder amar a Cat y la no correspondencia de Ralph) que la hacen retornar al ciclo de los malos hábitos.
Me gustó bastante el estilo de escritura de Lucía Etxebarria. Me identifico con su forma de narrar, pues se asemeja al estilo que imprimo cuando tomo la voz de mis protagonistas. Tiene construcciones literarias bien interesantes. Sin embargo, el libro narrativa y temáticamente tiende a volverse repetitivo después de la mitad. Las cavilaciones de Beatriz derivan en conclusiones similares a otras anteriores. Llega a volverse tedioso en algunos pasajes del nudo de la trama. Aunque hacia el final, cuando devela algunos hechos acaecidos o llevados a cabo por ella, se retoma el interés en la lectura.
Debido a la anterior y a temas personales, me costó terminarlo pronto. Sin embargo, no puedo decir que me disgustó, si bien tampoco me encantó. Tres de cinco está bien para esta lectura.
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